martes, 12 de mayo de 2009

Entrevista a Elvia Rosa Castro Por Gustavo Ramos


NO SER DE LA GRAN ESCENA. O, “THE REVOLUTION WILL BE NOT  TELEVIZED”.


Para mí, coincidir con Elvia R. Castro es una labor muy sencilla. He dicho coincidir como acción de encontrarse y dialogar bajo cualquier circunstancia o espacio. Durante años he tenido la dicha de permanecer junto a sus penurias y alegrías, la he visto caerse y levantarse y caerse; y desde el suelo, como quien defiende su propia y sagrada verdad,  no apartarse de su tolerancia entrenada, que es en estos tiempos un modo de paciencia, una ética, una actitud vedada y no permitida a los que han preferido vivir corriente abajo, incluso ni aun para los que viven en contra de la corriente. Elvia R. Castro ha tenido sus suertes, eso es innegable. Pero yo, que no solo conozco su obra, su pensamiento, sus penurias y alegrías; sino que además he ahondado en su alma, dómino con certeza que Elvia habita una tercera orilla del rio: espacio que no posee el don de ser solamente para elegidos, pero al menos se debe tener conciencia de permanecer con los pies sobre la tierra, siempre. Y lo digo con demasiada angustia porque sé que esa vida pesa más. Obvio, esto puede verse como una opción o como una sentencia. Pero de cualquier modo, y ni la realidad, ni el tiempo, ni alguna que otra persona me dejarán mentir, los barcos que magistralmente Elvia ha puesto a navegar en estas turbulentas aguas van henchidos de un conocimiento, un concepto y una consagración que esta época, tentada por la más sensual de las miserias humanas (y lo demás seria redundante) no admite ni le admitirá. Y no olvidemos, por favor, que las Épocas las fundan y sustentan los Hombres. 

Por ello, y otras cuestiones que no vienen al caso, me he propuesto coincidir con Elvia tentándola a que conteste algunas preguntas que, a pesar de nuestra cercanía, me interesan sobremanera. Puede suceder que usted, amigo lector, se vea amparado o desamparado por sus respuestas, mas, si la empresa la ejecutamos juntos pues de ambos será el resultado. Así que vamos allá:             

 

GR: Elvia, para mi coincidir contigo es una labor muy sencilla y hoy no quiero andar con rodeos, así que aquí tienes la primera pregunta. Hay quien opina que has hecho una carrera vertiginosa desde que estás en La Habana. De la Editora Abril a Artecubano pasando por Subastahabana, edición de libros, curadurías, trabajos para Ediciones Vanguardia Cubana, clases en la Universidad de La Habana y algunos premios que, además, avalan tu obra. ¿Cómo te las ingenias?

 

ERC: Bueno, vivo en Ciudad de La Habana solo desde el año 2000, pero al llegar a esta ciudad ya había publicado textos en Revolución y Cultura, El Caimán Barbudo, La Gaceta de Cuba, la propia Artecubano… Tenía dos librillos publicados gracias a los Premios Calendario en Ensayo. Había cursado la Maestría en Historia del Arte y la profesora María de los Ángeles Pereira me invitaba en algunas ocasiones a impartir una que otra conferencia cuando estaba de visita por acá. Al llegar aquí ya la polémica sobre el cinismo había rodado por toda la Isla y la gente me conocía. Nada surge de la nada. En pleno período especial venía una vez al mes, en botella, guaguas, etcétera, etcétera, desde Sancti Spíritus, cargando con comida, para visitar las muestras de artes plásticas y ver, si la fortuna me acompañaba, las puestas del Grupo Buendía. El sacrificio fue muy grande pero tal parece que valió la pena. Lo otro lo da el trabajo eficiente, el sentido de la responsabilidad y la rectitud ética. Ah!, y mucho estudio.

El tiempo que pasé en la villa espirituana lo asumo como una tregua fecunda, donde me dediqué a cuidar la huerta (como diría Cándido), es decir a estudiar y escribir.

GR: Hagamos una pausa en la revista Artecubano. Muchos opinan que el período en que editaste la revista fue el mejor, o para ser más exacto, se dice que en ese tiempo la revista poseía el don de encantar, orientar y promocionar sin sucumbir en la vaguedad contemporánea. Incluso, Elvia, hay quien afirma que era un decoro intelectual de la nación cubana.

 

ERC: Mira, no me gusta estar aupando este tipo de opiniones. El equipo de trabajo de esa publicación, cuando la edité, trató de hacer lo que creyó bueno y justo. Y respetamos las pautas anteriores. Pero en nuestro país existe el síndrome de Jerusalén año Cero, y convocado por esta manía, el que viene detrás realiza cambios infundados en todos los sentidos. Hay una manía de fundación infundada enorme. No soy yo quién dirá que ahora es mala revista. Que lo diga y sobre todo, lo escriba otro. Imagínate que más allá de la cuestión editorial se trataba de una publicación que ingresaba sumas de dinero por encima del costo, pero ni el Ministerio de Cultura ni el Consejo Nacional de las Artes Plásticas tenían la estructura idónea para estas cosas por tratarse de un centro presupuestado. Y te estoy hablando de una época en que en Ediciones Artecubano no existía ni scanner ni quemador de CD!!!!!!

Se trataba de un equipo inteligente, trabajador, eficiente y blanco (clean) desde el punto de vista ético. Esto es difícil de lograr no ya en abstracto sino en las condiciones de nuestro país, donde las ofertas colaterales y fenicias llueven, por decirlo de algún modo. Encima, tuve la suerte de trabajar con Osmany Torres, a quien además de querer mucho, admiro como diseñador.

 

GR: Veo que en el fondo admiras el trabajo institucional.

 

ERC: Sí, claro. En teoría desde la institución se pueden hacer cosas de altísimos quilates. Los ejemplos sobran. El otro punto es que no nos queda más remedio que creer en ella. Yo tengo una noción muy panteísta del asunto, en la cuerda de Spinoza. Lo diría de este modo: Dios es la institución y es la sustancia. Tal vez hagamos algo a pesar de ella pero nunca fuera de ella. Lo contrario es un espejismo. Ni siquiera los más esteparios pueden prescindir de ella. Viven en su periferia, en el margen pero no al margen. Y es contradictorio pues se trata de algo que hemos creado nosotros mismos, con nuestro actuar diario. En Filosofía se le conoce como “general abstracto”. La hemos creado y luego se nos enfrenta o se nos muestra como algo fatídico.

A mí me seduce la idea de trabajar en el límite (eso me recuerda una obra de Bedia, Vive en la línea). Y la institución, a su vez, debería saber negociar con esos estados de excepción. Incluso, hablando en términos cínicos, absorberlos. Pero lamentablemente, en este punto, a veces le falta background.

Para colmo, la institución ha sublimado el movimiento, lo ha desaparecido y solo tenemos noción de su sedentarismo. Lo que proyecta es la inercia o el estatismo y eso es fatal.

 

GR: ¿Por qué abandonaste entonces la revista Artecubano y con ella tu trabajo en el Consejo Nacional de las Artes Plásticas?

 

ERC: Hacía años, desde el 2004, que me estaba cansando de una responsabilidad tan grande y veía que me faltaba el tiempo para estudiar. Súmale que acepté trabajar en Subastahabana y lo asumí casi in extenso. Le presenté a la Fundación Ludwig de Cuba mi proyecto sobre el cinismo para conseguir una suerte de estipendio mensual y su presidente negó la “ayuda” bajo pretextos dudosos. (Ya el libro está listo, esperando por alguna editorial –“el que lo coja es suyo”). Luego renunció Lourdes Álvarez, a quien respetaba y admiré mucho. Tuve que esperar pues no era el momento “conveniente” para solicitar una renuncia. Me parecía un tanto infiel que todos nos fuéramos en masa (también Hilda María había solicitado su baja del Lam). Hay todo un error en la mente de las personas, hace como 1 año me encontré en un blog que me habían expulsado del Consejo por el texto que publiqué sobre Kcho. Mi salida de esa institución no tiene absolutamente nada que ver con ese gesto, editorialmente legítimo por demás. Más bien la gota que colmó la copa fue la portada de Abelito Barroso, la cual querían sustituir por una de Frémez y ahí sí no hice concesiones. Rubén del Valle y yo llevábamos trabajando seis meses en el texto de Héctor Antón sobre Kcho, velando porque no se fuera alguna hojarasca política, que el análisis que se hiciera fuera estructural, etc, etc…No publiqué ese texto a escondidas. Guardo –y también está archivada en casa de Pepe Veigas- mi carta de renuncia antes de que saliera ese número. Como yo estaba en Noruega y llego justo en la Bienal de La Habana se armó todo un malentendido. Y te digo más, fui benévola con el texto, porque me asistía el derecho de escribir notas al pie como editora y a última hora me censuré una que decía que Núcleos del tiempo, la muestra de Kcho en Villa Manuela tenía la misma solución formal que una instalación de Marina Abramovic en el PS1 del MoMA, donde él también estaba.

Se trató de un momento extraño y luego el resto de mis compañeros, que no tenían idea de irse del Consejo, renunciaron en masa por algún que otro motivo. Esa es otra consecuencia del trabajo en la institución, consistente en que esta no cuida a sus mejores hijos.

 

GR: Viniendo en el tiempo, he escuchado muy buenas opiniones de tu libro El Observatorio de Línea y de la última muestra que has curado, Glamour de Occidente. Algunos homenajes a Michel Foucault. Es más, de tu libro dicen que ha movido ciertos goces que para algunos artistas plásticos, incluso para hombres de pensamiento, era pan dormido en el horno.    

 

ERC: Sí, la gente se ha divertido con el libro. Es un libro que va desde la solemnidad teórica hasta cierta chancleta escritural con coherencia y organicidad. La gente dice que soy yo y ha tenido fortuna crítica –venida de los jóvenes- aunque por separado los textos hayan sido planchados por los tribunales del premio de crítica de artes plásticas. A esa manera de escribir, Emilio Ichikawa la calificó como “tuteo epistémico” y esa imagen me fascina. Roberto Zurbano, por su parte, hizo una presentación genial. Me felicito siempre por haberlo invitado aunque es una pena que no la haya escrito. Es un libro que hay que entenderlo desde la cultura y sus discursos, no desde las artes en su estrecho marco. Ahí está volcada toda una manera de pensar, incluso en su estructura hipertextual.

Sin embargo, lo veo como un hecho aislado a nivel promocional. Creo, bueno no, estoy segura, de que ese libro merecía una saga promocional por parte del Instituto Cubano del Libro, debates, prensa, presentaciones en ferias…Por otra parte y gracias a Dios, ha tenido buena recepción a nivel de crítica. Hasta ahora se han escrito tres reseñas muy atinadas y respetuosas.

Con Glamour…, tuve mala suerte desde que presenté el proyecto por vez primera en la UNEAC. Y te juro que hasta hoy no entiendo por qué no se aprobó. Pero ahí está hecha la expo. Tómalo como una de los gestos más desgastantes y egocéntricos de mi vida. Incluso más que aquellos tres días seguidos que hacíamos en Sancti Spíritus de La casa por la ventana ¿te acuerdas qué locura?

Pero hijo, definitivamente no soy de la gran escena y me parece que Gracias a Dios. Soy del criterio de que si Mahoma no va a la montaña, él se lo pierde. Te estoy hablando en términos de resonancia.

Por desgracia no es un fenómeno personal sino de ausencia de estrategia comunicacional que lo mismo me implica a mí que a otras propuestas que bien valen la pena ser reseñadas. Fíjate si es así que en abril del 2006 escribí un texto titulado El embarque del Granma, el inmovilismo de un Joven Rebelde y el sorprendente triunfo de la Televisión Cubana referido al laconismo de la prensa plana respecto a la Bienal de ese año y no me lo publicaron, ¿sabes por qué? Por su objetividad. Siempre dicen que no a la especulación, que las evidencias y la objetividad y tal y cuando presenté un texto sociológicamente impecable y demostrable, se quedó en mi casa. Fíjate que le pedí a mi familia monitorear la radio y la tele, guardar todos los periódicos, conseguir los que no teníamos, ja, ja,ja….

No todo lo que sale es lo que brilla. En todo caso, estoy bastante contenta con los resultados de Glamour…, sobre todo porque en mi opinión, generó una de las obras más agresivas y bellas del arte cubano hoy: Miedo y poder expuestos, de Carlos Montes de Oca. También generó piezas muy interesantes que no existían antes, como La estrella ausente, de Déborah Nofret y Pumbaaaa!!!, la pelota de Aimée García.

 

GR: Es contradictorio, por ejemplo, ver la acogida de El observatorio… y la ausencia de premios de la crítica en tu currículo. Aunque, sin ninguna duda, tu preferiste la tercera orilla del río y los que se inclinan por ese hábitat deben soportar que le lancen tres piedras y en ocasiones la mitad de un caramelo. Claro, la bendita erudición del tiempo invierte esta sentencia. Vive segura de eso.

 

ERC: Sí chico. He pensado algunas veces sobre ello. No sé realmente qué sucede. Una vez supe que un trabajo había gustado pero como era sobre Montoto perdió por default. Me gustaría ganar una vez para demostrarle a mi familia que el esfuerzo tiene su resonancia. Solo para eso. Este año enviaré casi todos los textos de mi libro en las tres categorías a ver qué volá. Quién sabe si me lanzan un caramelo de menta.

 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A la preciosa dama (Elvia)
Aún hay esteparios que logran vivir al margen de la institución, aunque merodeen por hábitos de caza. También están los blancos (tiburones) que no se acogen a orillas y siguen con su destino ambulante buscando el alimento pero sin acogerse al glamour de los cotos de caza.
Un besote de su siempre humilde servidor.
(Espero que Elvia aún reconozca este pobre estilo)

Unknown dijo...

No es un pobre estilo y me encanta el comentario, King Edward?

Eduardo Frias Etayo dijo...

El mismo que viste y calza y siempre a sus ordenes excelentísima